Aah… Oigo el techo caer. Columnas, paredes, la sustentación, no hay más lo que ver u oír. Frío, viento, lluvia, calor y sol, ahora desprotegidos por la ilusión. De algo que ya fue verdadero, pero la verdad es una maestra difícil de servir. Pero las ventanas se abren en la oscuridad, del polvo has venido y al polvo volverás. El olor, el reflejo, el rostro perplejo, cada segundo es un despertar. Si de las cenizas renace la Phoenix, es la naturaleza que la conspira a perfeccionarse. Pralaya y Manvantara, los señores del tiempo, pues nada que no comienza puede terminar. Siempre he querido encontrar una verdad en cada canción que pudiera presentar. La multitud cantando, la muchacha besar. Sacar energía de las entrañas y lágrimas de miradas. Renace lo que nace, lo que muere, lo que peca en vano. Renace lo que nace, lo que muere, lo que peca entonces. Sin fraternidad no hay libertad, entre nosotros, entre sí, entre cada nación. La parte que miente lo que siente de la gente, reaparece de otra forma en otra estación. Y en los misterios detrás de la música, armonía, melodía, escalofrío en la nuca. Y los restos del pasado son abono para el futuro, que recibe, que acoge, analiza y retruca. Siempre he querido encontrar una verdad en cada canción que pudiera presentar. La multitud cantando, la muchacha besar. Sacar energía de las entrañas y lágrimas de miradas. Renace lo que nace, lo que muere, lo que peca en vano. Renace lo que nace, lo que muere, lo que peca